El éxito del cine es una cuestión muy interesante, está íntimamente
unido al acto de sociabilizar, divertir y culturizar inherente al ser
humano. La curiosidad, cargada de cinefilia en muchos casos,
alimenta un manantial de experiencias sensoriales ilimitadas. A
través del bien llamado séptimo arte, podemos conocer innumerables
mundos, tanto imaginarios como reales. Todos nuestros sentidos se
activan para capturar de la gran pantalla aquello que creemos,
queremos, nos asusta o nos cautiva.
Bien es cierto que la vista y el oído son los más activos, pero
igualmente intervienen el resto de sentidos mientras imaginamos el
viento en nuestras mejillas al sobrevolar África de la mano de Robert
Redford, sentimos el calor del incendio en Manderley, saboreamos los
espaguetis a la raqueta de tenis de aquel pequeño y muy transitado
apartamento, descubrimos la ingravidez en la elipsis más larga de la
historia, nos asfixia el hedor de la raíz de taninos extraída para la
semilla de Mia Farrow y la mordida sanguinolenta de Gary Oldman,
entre kilómetros y kilómetros de celuloide.
Al haber nacido en una era nueva, creado a partir de un invento
técnico, resulta a su vez un arte moderno y novedoso, del que
conocemos su origen y desconocemos con qué disciplina
emparentarlo directamente. Conocemos su fecha de nacimiento y
ésto lo hace excepcional dentro de la historia. Como arte, se ha
creado a sí mismo a una velocidad deslumbrante, tanto en un plano
estético como en un plano práctico. Es un arte técnico pues, para
contar una historia, precisa de una infraestructura y de una
maquinaria precisas, es imprescindible la intervención unos
operadores técnicos con dotes artísticas y de una industria capaz de
sostener este juego de sombras. A partir de esta doble premisa, arte
e industria, se ha reflexionará sobre los distintos componentes que
intervienen esta simbiosis creativa.
EL CINE COMO INDUSTRIA
Tras su nacimiento, en la proyección que hicieron los hermanos
Lumière el 28 de diciembre de 1895, el cine se fue extendiendo en
principio como un arte industrial al servicio mercantil, hasta que
adquirió el estatus de producto cultural. Las compañías pioneras en
crear una primera, aunque todavía débil industria cinematográfica,
aparecieron a finales del S.XIX.
La compañía que produjo los primeros filmes de David Wark Griffith y
de Mack Sennett fue la Biograph. Comenzó realizando noticieros y
tuvo como estrella principal a Mary Pickford. La Vitagraph, fundada
en 1898, fue la más popular ya que supuso el inicio del star system
con Rodolfo Valentino. En el año 1898 se convirtió en pionera por la
utilización del cine como propaganda política con el filme ‘Tearing
down the Spanish Flag’. La Kalem Company se estableció
posteriormente, en 1907, y destacó por la utilización de escenarios
naturales en los lugares de la acción, por usar actores no
profesionales y por una estética realista y veraz. La Essanay
Company se formó también en 1907 y se especializó en westerns y
comedias, creando los cortos de la primera época de Chaplin y Max
Linder.
En 1908, Edison creó el trust Motion Pictures Patents Company
(MPPC) que supuso el monopolio en la explotación de las películas.
Este órgano se instauró para controlar la industria cinematográfica y
para luchar legalmente con las patentes. Entre las principales
compañías (Biograph, Vitagraph, Essanay, Kalem, Lubin, Selig,
Kleine, Pathé, Méliès y, por supuesto, su fundador, Edison) llegaron a
un acuerdo en el que MPPC controlaría todo el proceso productivo y
se originó la General Films Company, dedicada a la exhibición.
Tras la Primera Guerra Mundial, el cine había alcanzado una gran
consistencia y pronto se consolidó en una gran industria. A su vez, el
esplendor artístico del cine dio lugar a las primeras corrientes, que
supusieron los movimientos cinematográficos.
Durante la Segunda Guerra Mundial, hiceron una serie de
documentales de propaganda llamados ‘Why We Fight’. Las grandes
productoras crearon un cine de propaganda bélica para el que
trabajaron los más importantes directores de la época, como Howard
Hawks y Billy Wilder. Tras el fin de la guerra, la situación económica
e industrial del país incrementó. A pesar de ello, la industria
cinematográfica sufrió su primera crisis debido a las primeras
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emisiones de televisión y el nuevo auge de las pequeñas productoras,
fundadas en contra de las majors. Entre los cineastas apareció una
crítica hacia las consecuencias dramática de la guerra y la moralidad
que de ella se extrae. Este grupo de directores fueron miembros de lo
que se llamó la "generación perdida". Para acabar con esta corriente
crítica, se creó en 1947 la Comisión de Actividades Antiamericanas en
lo que se llamó la "caza de brujas". Esta situación trajo consigo un
éxodo de directores, guionistas, actores y muchos otros profesionales
hacia Europa y México. También es en esta época cuando se
consolidaron importantes e ilustres nombres de la historia del cine
como Joseph L. Mankiewicz, Otto Preminger, Nicholas Ray, Billy
Wilder, Humphrey Bogart, Lauren Bacall, James Dean, Montgomery
Clift, Marilyn Monroe y Ava Gardner, entre otros.
La influencia de la televisión no solamente se dio en los directores,
sino también en la nueva forma de explotar las películas de
Hollywood para acrecentar su difusión. La industria volvió a
reinventarse, creando una adaptación para cubrir las nuevas
necesidades del público: las copias en vídeo.
Actualmente, el negocio está en crisis. Los espectadores ya lo han
visto todo y las descargas de internet son una amenaza constante
para la industria. Se intentan idear nuevas fórmulas como el cine en
3D, para captar público en unas salas que cada vez están más vacías.
El sector cinematográfico ya no es lo que era y su tirón espectacular
sorprende a muy pocos. Ya no es suficiente contar con grandes
estrellas, grandes efectos ni grandes tragedias, la fórmula del éxito
es por todos conocida y se abre una nueva etapa en la que la
incertidumbre amenaza a cada uno de los títulos que hay en
cartelera.
EL CINE COMO ARTE
Una obra cinematográfica se compone de diversas influencias, tanto
en su contenido como en su forma. Es una obra de arte que contiene
en sí mismas muchas obras de arte. Por un lado se encuentra la
literatura, que a modo de guión impregna la labor del guionista. La
fotografía, al igual que la dirección artística son herederas de la
pintura y el montaje podríamos compararlo con la arquitectura, en
base, y con la escultura en el acabado de la materia. La música está
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presente en la banda sonora. El espacio escénico teatral se encuentra
representado por unos actores con unas pautas más técnicas. Todo
ello conforma una amalgama sensorial, capaz de conectar
íntimamente con el espectador y transportarle a lugares conocidos o
a innumerables parajes por conocer. Aquí, la creatividad está
íntimamente presente en cada plano y en cada palabra que compone
el bien llamado séptimo arte. Los espectadores buscan la sencillez o
la complejidad de un cine más humano, sin artificios, más creíble o
más sensato con el que poder identificarse o encontrar su lado más
creativo y artístico.
Desde este punto, en el que vemos cómo el cine se muestra
influenciado por diversas doctrinas, habría que explicar brevemente
algunas de las corriente más importantes de la historia del cine.
En Rusia, nació una síntesis entre la vida y el cinematógrafo como
arte autónomo, conocida como la escuela soviética. El Gobierno
comunista utilizó el cine como medio político, convirtiéndose en
pioneros de esta influyente arma de persuasión. Pese a todo, los
nuevos cineastas, consiguieron experimentar técnicas que
posteriormente dotarían, en especial al montaje, de creatividad y
expresividad. Las figuras más relevantes fueron Eisenstein, Dziga
Vertov y Pudovkin. Eisenstein aportó al cine la metáfora visual y
desarrolló el montaje de atracciones, como una perfecta asociación
de estructuras.
La noción de "cine de autor" vino de la mano de una revista francesa
llamada Cahiers du cinéma, donde pronto se empezó a nombrar al
realizador/director de las películas como el verdadero autor de las
mismas, siempre y cuando dejara una impronta personal en sus
creaciones. Con ello, cada película habría que estudiarla a partir del
conocimiento de la trayectoria personal del artista, como fue el caso
de Ingmar Bergman o Luis Buñuel. La nouvelle vague francesa hizo
que intelectuales universitarios cambiaran los libros por las cámaras
cinematográficas, muchos de estos autores fueron críticos de de esa
revista y eran admiradores de diversos autores que respetaban
profundamente, de los que conocían todas sus virtudes y defectos.
François Truffaut o Jean-Luc Godard, entre otros, asimilaron una
realidad mundana con su objetividad personal para comunicarse con
el espectador. Rechazaban la utilidad de entretenimiento de feria,
que en los inicios había destacado del medio, para acercarlo a las
artes más respetables, en concreto la pintura y la novela. En esta
corriente, el cine constituyó un lenguaje como medio de expresión de
pensamientos e ideas, por muy abstracto que fuera, de ahí que se
denominara: caméra-stylo. Al igual que la carga ideológica, la
financiación del filme desvelaba un cambio considerable, al apoyar la
producción artesanal y romper con las estructuras más industriales.
La temática estaba dirigida al cine de personajes, de retratos
humanos y de una juventud que experimentaba libremente en ellos.
Dentro del cine contemporáneo, impera el cultivo del arte como arte,
con directores que plantean de un modo completamente objetivo sus
experiencias y sus ideas. Generalmente, el efecto no importa lo más
mínimo a estos cineastas, que buscan el impacto o la liberación más
primitiva de unos sentimientos más o menos expuestos. Podríamos
destacar autores tan diversos como Wong Kar Wai, Darren Aronofski,
Lars von Trier, entre muchísimos otros. Autores que intentan
despegarse de la industria hollywoodiense que los mutila y atrapa a
partes iguales. Autores diversos, genuinos, contradictorios e incluso
un tanto locos, pero con un denominador común: la búsqueda del
arte dentro del arte.
ARTE E INDUSTRIA
El cine es una industria muy importante, en la que se mueven
grandes cantidades de dinero, se vende un prototipo que abastece
productoras y da trabajo a miles de personas, pero está tan
íntimamente ligado con el arte, que por esto mismo adquiere el grado
del movimiento artístico por excelencia del siglo XX.
Por supuesto no todo cine es arte, como todo arte no está dentro de
una gran industria que domine la imaginación. Hay infinitas
combinaciones en las que los cineastas y el público pueden
experimentar la necesidad de ilusión que este fenómeno idealista nos
impregna. Al igual que la gente piensa de manera diferente, hay
directores que influyen de un modo completamente distinto. Unos
necesitan exponer de una forma más narrativa y objetiva una
determinada historia, no tienen en la cabeza una visión particular del
mundo, no creen en transmitir un mensaje específico sino son más
técnicos al participar en una película; y otros, por el contrario,
necesitan sumergirse e incluso revivirla sin límite, son poetas que
tratan de expresar esa historia de una forma más dialéctica, tratando
de convencer de su punto de vista.
El público, igualmente, tiene el
poder de escoger dentro de las interminables opciones que les otorga
este prodigioso medio de expresión artística. Esto no significa que por
ser películas de autor, tengan que tener menos éxito en taquilla que
las más comerciales. Sería absurdo pensar que un cineasta se
regodea al contar con una menor acogida del público, pues su
necesidad primordial es acercar al mayor número de espectadores a
ver su obra, sin que con ello se vea comprometida su calidad. No es
tampoco un síntoma de buen cine el hecho de que una película rompa
en taquilla sin importar su calidad, como tampoco lo es si está
firmada por un autor de renombre, ya que hay innumerables fracasos
cinematográficos que se realizaron por directores exitosos.
No todo el cine es arte, a pesar de que siempre tiene una identidad
cultural. No olvidemos que es necesaria toda una industria que ha de
sobrevivir al cambio y por ello muchas veces tiene que venderse, es
necesario hacer cine y que este cine llene salas para poder hacer más
cine. No podemos dejar atrás la idea de negocio, de industrialización
de un producto que se pretende llegue a mayor audiencia posible.
Pero tampoco podemos ceder a la presión de la explotación, en la que
unos efectos especiales sin rumbo, coharten nuestros sueños y
nuestra imaginación, alejándonos de una realidad turbada.
Lo que sí es cierto es que el cine ha
cambiado la manera en la que la
humanidad mira el mundo. Toda
película concebida con libertad supone
una victoria contra el contagio de
conformismo que nos invade.
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