lunes, 23 de marzo de 2020

La industria del cine

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El éxito del cine es una cuestión muy interesante, está íntimamente unido al acto de sociabilizar, divertir y culturizar inherente al ser humano. La curiosidad, cargada de cinefilia en muchos casos, alimenta un manantial de experiencias sensoriales ilimitadas. A través del bien llamado séptimo arte, podemos conocer innumerables mundos, tanto imaginarios como reales. Todos nuestros sentidos se activan para capturar de la gran pantalla aquello que creemos, queremos, nos asusta o nos cautiva. Bien es cierto que la vista y el oído son los más activos, pero igualmente intervienen el resto de sentidos mientras imaginamos el viento en nuestras mejillas al sobrevolar África de la mano de Robert Redford, sentimos el calor del incendio en Manderley, saboreamos los espaguetis a la raqueta de tenis de aquel pequeño y muy transitado apartamento, descubrimos la ingravidez en la elipsis más larga de la historia, nos asfixia el hedor de la raíz de taninos extraída para la semilla de Mia Farrow y la mordida sanguinolenta de Gary Oldman, entre kilómetros y kilómetros de celuloide.

Al haber nacido en una era nueva, creado a partir de un invento técnico, resulta a su vez un arte moderno y novedoso, del que conocemos su origen y desconocemos con qué disciplina emparentarlo directamente. Conocemos su fecha de nacimiento y ésto lo hace excepcional dentro de la historia. Como arte, se ha creado a sí mismo a una velocidad deslumbrante, tanto en un plano estético como en un plano práctico. Es un arte técnico pues, para contar una historia, precisa de una infraestructura y de una maquinaria precisas, es imprescindible la intervención unos operadores técnicos con dotes artísticas y de una industria capaz de sostener este juego de sombras. A partir de esta doble premisa, arte e industria, se ha reflexionará sobre los distintos componentes que intervienen esta simbiosis creativa.

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EL CINE COMO INDUSTRIA 
Tras su nacimiento, en la proyección que hicieron los hermanos Lumière el 28 de diciembre de 1895, el cine se fue extendiendo en principio como un arte industrial al servicio mercantil, hasta que adquirió el estatus de producto cultural. Las compañías pioneras en crear una primera, aunque todavía débil industria cinematográfica, aparecieron a finales del S.XIX. La compañía que produjo los primeros filmes de David Wark Griffith y de Mack Sennett fue la Biograph. Comenzó realizando noticieros y tuvo como estrella principal a Mary Pickford. La Vitagraph, fundada en 1898, fue la más popular ya que supuso el inicio del star system con Rodolfo Valentino. En el año 1898 se convirtió en pionera por la utilización del cine como propaganda política con el filme ‘Tearing down the Spanish Flag’. La Kalem Company se estableció posteriormente, en 1907, y destacó por la utilización de escenarios naturales en los lugares de la acción, por usar actores no profesionales y por una estética realista y veraz. La Essanay Company se formó también en 1907 y se especializó en westerns y comedias, creando los cortos de la primera época de Chaplin y Max Linder.

En 1908, Edison creó el trust Motion Pictures Patents Company (MPPC) que supuso el monopolio en la explotación de las películas. Este órgano se instauró para controlar la industria cinematográfica y para luchar legalmente con las patentes. Entre las principales compañías (Biograph, Vitagraph, Essanay, Kalem, Lubin, Selig, Kleine, Pathé, Méliès y, por supuesto, su fundador, Edison) llegaron a un acuerdo en el que MPPC controlaría todo el proceso productivo y se originó la General Films Company, dedicada a la exhibición.

Tras la Primera Guerra Mundial, el cine había alcanzado una gran consistencia y pronto se consolidó en una gran industria. A su vez, el esplendor artístico del cine dio lugar a las primeras corrientes, que supusieron los movimientos cinematográficos.

Durante la Segunda Guerra Mundial, hiceron una serie de documentales de propaganda llamados ‘Why We Fight’. Las grandes productoras crearon un cine de propaganda bélica para el que trabajaron los más importantes directores de la época, como Howard Hawks y Billy Wilder. Tras el fin de la guerra, la situación económica e industrial del país incrementó. A pesar de ello, la industria cinematográfica sufrió su primera crisis debido a las primeras 7 emisiones de televisión y el nuevo auge de las pequeñas productoras, fundadas en contra de las majors. Entre los cineastas apareció una crítica hacia las consecuencias dramática de la guerra y la moralidad que de ella se extrae. Este grupo de directores fueron miembros de lo que se llamó la "generación perdida". Para acabar con esta corriente crítica, se creó en 1947 la Comisión de Actividades Antiamericanas en lo que se llamó la "caza de brujas". Esta situación trajo consigo un éxodo de directores, guionistas, actores y muchos otros profesionales hacia Europa y México. También es en esta época cuando se consolidaron importantes e ilustres nombres de la historia del cine como Joseph L. Mankiewicz, Otto Preminger, Nicholas Ray, Billy Wilder, Humphrey Bogart, Lauren Bacall, James Dean, Montgomery Clift, Marilyn Monroe y Ava Gardner, entre otros.

La influencia de la televisión no solamente se dio en los directores, sino también en la nueva forma de explotar las películas de Hollywood para acrecentar su difusión. La industria volvió a reinventarse, creando una adaptación para cubrir las nuevas necesidades del público: las copias en vídeo.

Actualmente, el negocio está en crisis. Los espectadores ya lo han visto todo y las descargas de internet son una amenaza constante para la industria. Se intentan idear nuevas fórmulas como el cine en 3D, para captar público en unas salas que cada vez están más vacías. El sector cinematográfico ya no es lo que era y su tirón espectacular sorprende a muy pocos. Ya no es suficiente contar con grandes estrellas, grandes efectos ni grandes tragedias, la fórmula del éxito es por todos conocida y se abre una nueva etapa en la que la incertidumbre amenaza a cada uno de los títulos que hay en cartelera.

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EL CINE COMO ARTE 
Una obra cinematográfica se compone de diversas influencias, tanto en su contenido como en su forma. Es una obra de arte que contiene en sí mismas muchas obras de arte. Por un lado se encuentra la literatura, que a modo de guión impregna la labor del guionista. La fotografía, al igual que la dirección artística son herederas de la pintura y el montaje podríamos compararlo con la arquitectura, en base, y con la escultura en el acabado de la materia. La música está 9 presente en la banda sonora. El espacio escénico teatral se encuentra representado por unos actores con unas pautas más técnicas. Todo ello conforma una amalgama sensorial, capaz de conectar íntimamente con el espectador y transportarle a lugares conocidos o a innumerables parajes por conocer. Aquí, la creatividad está íntimamente presente en cada plano y en cada palabra que compone el bien llamado séptimo arte. Los espectadores buscan la sencillez o la complejidad de un cine más humano, sin artificios, más creíble o más sensato con el que poder identificarse o encontrar su lado más creativo y artístico. Desde este punto, en el que vemos cómo el cine se muestra influenciado por diversas doctrinas, habría que explicar brevemente algunas de las corriente más importantes de la historia del cine. 

En Rusia, nació una síntesis entre la vida y el cinematógrafo como arte autónomo, conocida como la escuela soviética. El Gobierno comunista utilizó el cine como medio político, convirtiéndose en pioneros de esta influyente arma de persuasión. Pese a todo, los nuevos cineastas, consiguieron experimentar técnicas que posteriormente dotarían, en especial al montaje, de creatividad y expresividad. Las figuras más relevantes fueron Eisenstein, Dziga Vertov y Pudovkin. Eisenstein aportó al cine la metáfora visual y desarrolló el montaje de atracciones, como una perfecta asociación de estructuras.

La noción de "cine de autor" vino de la mano de una revista francesa llamada Cahiers du cinéma, donde pronto se empezó a nombrar al realizador/director de las películas como el verdadero autor de las mismas, siempre y cuando dejara una impronta personal en sus creaciones. Con ello, cada película habría que estudiarla a partir del conocimiento de la trayectoria personal del artista, como fue el caso de Ingmar Bergman o Luis Buñuel. La nouvelle vague francesa hizo que intelectuales universitarios cambiaran los libros por las cámaras cinematográficas, muchos de estos autores fueron críticos de de esa revista y eran admiradores de diversos autores que respetaban profundamente, de los que conocían todas sus virtudes y defectos. François Truffaut o Jean-Luc Godard, entre otros, asimilaron una realidad mundana con su objetividad personal para comunicarse con el espectador. Rechazaban la utilidad de entretenimiento de feria, que en los inicios había destacado del medio, para acercarlo a las artes más respetables, en concreto la pintura y la novela. En esta corriente, el cine constituyó un lenguaje como medio de expresión de pensamientos e ideas, por muy abstracto que fuera, de ahí que se denominara: caméra-stylo. Al igual que la carga ideológica, la financiación del filme desvelaba un cambio considerable, al apoyar la producción artesanal y romper con las estructuras más industriales. La temática estaba dirigida al cine de personajes, de retratos humanos y de una juventud que experimentaba libremente en ellos.

Dentro del cine contemporáneo, impera el cultivo del arte como arte, con directores que plantean de un modo completamente objetivo sus experiencias y sus ideas. Generalmente, el efecto no importa lo más mínimo a estos cineastas, que buscan el impacto o la liberación más primitiva de unos sentimientos más o menos expuestos. Podríamos destacar autores tan diversos como Wong Kar Wai, Darren Aronofski, Lars von Trier, entre muchísimos otros. Autores que intentan despegarse de la industria hollywoodiense que los mutila y atrapa a partes iguales. Autores diversos, genuinos, contradictorios e incluso un tanto locos, pero con un denominador común: la búsqueda del arte dentro del arte.

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ARTE E INDUSTRIA 
El cine es una industria muy importante, en la que se mueven grandes cantidades de dinero, se vende un prototipo que abastece productoras y da trabajo a miles de personas, pero está tan íntimamente ligado con el arte, que por esto mismo adquiere el grado del movimiento artístico por excelencia del siglo XX. Por supuesto no todo cine es arte, como todo arte no está dentro de una gran industria que domine la imaginación. Hay infinitas combinaciones en las que los cineastas y el público pueden experimentar la necesidad de ilusión que este fenómeno idealista nos impregna. Al igual que la gente piensa de manera diferente, hay directores que influyen de un modo completamente distinto. Unos necesitan exponer de una forma más narrativa y objetiva una determinada historia, no tienen en la cabeza una visión particular del mundo, no creen en transmitir un mensaje específico sino son más técnicos al participar en una película; y otros, por el contrario, necesitan sumergirse e incluso revivirla sin límite, son poetas que tratan de expresar esa historia de una forma más dialéctica, tratando de convencer de su punto de vista. 

El público, igualmente, tiene el poder de escoger dentro de las interminables opciones que les otorga este prodigioso medio de expresión artística. Esto no significa que por ser películas de autor, tengan que tener menos éxito en taquilla que las más comerciales. Sería absurdo pensar que un cineasta se regodea al contar con una menor acogida del público, pues su necesidad primordial es acercar al mayor número de espectadores a ver su obra, sin que con ello se vea comprometida su calidad. No es tampoco un síntoma de buen cine el hecho de que una película rompa en taquilla sin importar su calidad, como tampoco lo es si está firmada por un autor de renombre, ya que hay innumerables fracasos cinematográficos que se realizaron por directores exitosos. 

No todo el cine es arte, a pesar de que siempre tiene una identidad cultural. No olvidemos que es necesaria toda una industria que ha de sobrevivir al cambio y por ello muchas veces tiene que venderse, es necesario hacer cine y que este cine llene salas para poder hacer más cine. No podemos dejar atrás la idea de negocio, de industrialización de un producto que se pretende llegue a mayor audiencia posible. Pero tampoco podemos ceder a la presión de la explotación, en la que unos efectos especiales sin rumbo, coharten nuestros sueños y nuestra imaginación, alejándonos de una realidad turbada. Lo que sí es cierto es que el cine ha cambiado la manera en la que la humanidad mira el mundo. Toda película concebida con libertad supone una victoria contra el contagio de conformismo que nos invade.

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